Mientras la noche agoniza,
Mientras se enreda en mi pelo,
mientras se va derramando
a tientas, como lágrimas de seda,
en oscuros manojos de silencio,
de tu pecho van cayendo
luceros de soledad.
Es tarde para el amor y la palabra.
Es muy tarde ya para proyectar
retornos imposibles
de susurros amorosos,
de recaditos cordiales,
de los amantes del verso,
de los poemas del aire.
Los sinuosos harapos del hastío
se van colando sin trabas
como culebras hambrientas
por las rendijas del alma.
Hace frío, la lluvia golpea
los macilentos cristales del corazón,
los tiraniza y los quiebra.
Siento tiritar mis vísceras,
ansiosas de vida y sol,
en los despiadados cielos
de la ausencia y del olvido.
Y tú te alejas
como una ola solitaria
sedienta de distancias,
de prepotencias del ego
y de abandonos. Te vas de mí
al tácito son de tus pasos
en un asfalto de tierra roja
que ha traído el viento, en suspensión,
desde lejanos desiertos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario