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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

lunes, 3 de septiembre de 2018

RESEÑA DEL POEMARIO DOLIENDAS DE LA ESCRITORA MAGINENSE Mª SOCORRO MÁRMOL BRÍS A CARGO DE LA AUTORA ENCARNA GÓMEZ VALENZUELA




Doliendas es un libro de poemas escrito por Socorro Mármol Brís, reconocida e importante escritora maginense que vive en Madrid. Salió a la luz en marzo de 2015, ha sido publicado por la editorial madrileña Sial Pigmalión. Este poemario es un dechado de creatividad, de belleza, de madurez reflexiva, de frescura, de aleteos de nostalgia y de añoranza, de genialidad y de emoción. La autora, gran conocedora del lenguaje, se permite jugar con las palabras. Antónimos y sinónimos giran a su alrededor como ingrávidos vilanos. 


Traspasa el significado de las palabras y las usa a su capricho, a su voluntad. La metáfora es un instrumento en sus manos que utiliza con una maestría sin límites ya que posee una gran riqueza de vocabulario. Todo el manual es una auténtica metáfora de la vida, del amor, de las relaciones humanas…La autora sabe hacer maravillas con cada expresión, con cada verso. Se recrea en esas particularidades léxicas con una gran habilidad. Evoca el pasado con una inmensa fuerza visceral, con nostalgia y añoranza como si quisiera regresar y alisar el camino para volver a recorrerlo. Usa el endecasílabo en algunos poemas, que aporta tanta musicalidad y ritmo al verso, mezclado con versos de otras medidas. El deseo de volar y el ansia de libertad están siempre presentes en su poemario. La inseguridad y los obstáculos para levantar el vuelo se lo impiden. Manual de tipo intimista y personal, lleno de vitalidad y energía, como la propia autora. En el mismo se respira la tragedia, la frustración, el fracaso, el tedio, el vacío, el olvido, el abandono, la pena, la ausencia…pero a veces surge una luz a la esperanza y el deseo de redención. Abundan las reflexiones filosóficas a lo largo de todo el libro y la interpretación vital con bellísimas metáforas que van más allá de sí mismas. Entender e interpretar estos poemas es una tarea complicada. Soco se retrata en este poemario y nos ofrece un sólido viso de su vida pasada. El ferviente deseo de erradicar el dolor y la pena con un beso para dar vida y gozo está presente en todo el manual. Vamos a ir analizando los versos con nuestras frágiles herramientas de aprendices de poetas.
Hombre,  que guardas en tus manos el poder/ de la dulce tormenta. Al principio, la autora busca  al hombre o lo sueña desde la infancia, pero ese hombre es posesivo. No llegó a gozar de él sino en el beso imaginado. Él no tenía tiempo sino para el destierro, el hallazgo, el encuentro y la ausencia. Hombre, perito en aflicciones… amante incierto. ¿Por qué está el hombre tan  triste y por qué amante incierto? Hombre, soporte de estos hombros míos que deben sostenerte. No dejes que me hunda o moriremos ¿Quién sostiene al otro? Parece que se sostienen mutuamente.
Mujer estancia. Mujer que da cobijo a…metáfora del amor, del corazón…Soy una casa de segunda mano, siempre necesitada de reformas, con grietas, goteras, un corazón de yeso. Al final de este poema, una brizna de esperanza: la puerta entornada, sin cerrojos. Metáfora  de la libertad, a través de esa puerta el deseo de relacionarse con los demás, de dejar espacios abiertos para el vuelo. En estos poemas la autora hace uso de la sinestesia, figura retórica que consiste en la atribución de una sensación a un sentido que no le corresponde para dar fuerza y énfasis. La mano tiene oídos que alcanzan a escuchar el terciopelo. Esto es solo una muestra. Las palabras que salen de nuestra boca y no son escuchadas las denomina mugre galáctica, porque quedan flotando en el cosmos.
En Onírica, la autora sueña volar, huir, escapar, pero sus huidas carecen de espacio, querer y no poder, la eterna contradicción. Él se alimentaba de sus brotes más dulces. Agonizaba el cosmos. El todo se opone a la nada cuando llega el ángel de la muerte.
Aparecen los pájaros negros, imagen oscura, patética y cargada de connotaciones trágicas y siniestras. El tiempo de amar  se ve oscurecido por las nubes que ponen cerco al verano, mientras las prendas livianas de la estación apuran su pena de alcanfor u olvido. El amor parece tener miedo y se esconde solitario en un rincón. Con el paso del tiempo el amor cumple años y se cubre del color de la edad. En la dimensión del silencio hablan los ojos con un sutil lenguaje de miradas. Para la autora fue inútil la firmeza del olvido, la razón de la oquedad, la obsesión de lo imposible, la distancia. El ángel de la muerte lo abolía todo, dejando el campo abierto a la inundación.
Doliendas. En el primer poema aparece el tiempo. Presente y pasado se debaten entre sí. La autora quiere regresar a su infancia, pero se impone un presente triste, ajado y un yo de luto, al fondo un decorado carcomido: sellado con las huellas del paso del tiempo. Los recuerdos no tienen atenuante que pueda redimirlos de su pena. La tarde se cerró en pájaros negros. Preciosa metáfora de la muerte, de la tristeza y de todas las desgracias. En Doliendas I, la autora busca la forma de dolerse de la pena por la pérdida del amado. Para el dolor ajeno hay palabras; pero, si es propio, las palabras huyen y se despeñan por el abismo. La autora padece insomnio por causa de la ausencia de su amado. Recuerda el tiempo joven de su amor, aún pespunteado por el sastre/ pero ya con dolorosos zurcidos/ y con algún desgarro en los bolsillos.
Sarepta. La autora se identifica con Sarepta, la viuda enlutada, la tristeza. Algunas tardes hablábamos de irnos /De lo que nunca hablamos/ fue de la soledad del que se queda. De la desolación de haberlo dicho todo. Preciosas palabras que abocan a la melancolía. Cuando cierro la puerta a mis espaldas/ y el único sonido que me acoge es el de los relojes… Soledad, desaliento, silencio, intimismo y pena emanan de estos versos. La autora quiere vaciarse de las cosas de su amado, por si vuelve el amor vestido de un Tú nuevo. La vida, la que dibuja amor a mano alzada/ y luego borra el trazo de los besos. Este poema es una crítica porfiada de la vida. En Precios se observa el deseo de la autora por eludir la tristeza, la soledad, la pena y el abandono. A estas alturas expresa el peso de la vida y de todo lo inservible. A lo largo de todo el poemario, la autora desea eludir esa tristeza que la corroe. En los poemas finales se vislumbra un halo de esperanza, pero en el poema postrero se ve con claridad que la redención es imposible. Pudiste emanciparme de la pena, / tejerme con la lana de tus besos/ el último jersey para mi frío… Pudiste redimirme de perderte. Y no me redimiste.
Precioso poemario, Soco. Mi más sincera enhorabuena. Sé que ha salido de tu corazón con la fuerza visceral de las pasiones. Gracias, Soco, por mostrarnos tanta emoción y tanto desgarro, tanta soledad y tanta ternura. Recomiendo encarecidamente la lectura del mismo porque hará vibrar vuestro corazón al ritmo febril de las emociones.













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