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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

martes, 5 de mayo de 2020

MI ARTÍCULO EN IDEAL SIERRA MÁGINA DEL MES DE MAYO DE 2020

Lo pongo en letra 14 abajo para que lo podáis leer mejor.

COVID -19. DESOLADORA PANDEMIA

Si alguien, unos meses atrás, nos dice lo que iba a suceder en España y en todo el mundo, no nos lo creemos. Me refiero a la reclusión en casa, el cese de la actividad laboral y empresarial, excepto aquella que es necesaria para el sostenimiento y la subsistencia humana. Todo esto ha ocurrido por causa de una pandemia, provocada por una enfermedad que se inició en China y se  propaga con mucha facilidad. Hubiéramos tratado de insensato al que nos lo hubiera anunciado. Pero aquí estamos maltratados por esta perversa epidemia del coronavirus, el COVID-19, como se la ha denominado a nivel mundial.
Creíamos que el ser humano era el dueño del planeta Tierra, que el mundo era un pañuelo porque cualquier viajero, que se lo propusiera y tuviera medios, podía viajar por todo el mundo para conocer la diversidad de países de cada continente, saber de otras gentes diferente a él, estudiar su cultura, indagar sobre su religión, aprender otros idiomas, instruirse en otras ideologías, divisar distintas panorámicas, cultivar otros saberes, empaparse del recorrido histórico de nuestros antecesores y disfrutar de todos los avances y descubrimientos hechos por quienes nos precedieron. Estas actividades son muy interesantes y todos deberíamos poder permitírnoslas alguna vez y realizarlas en el tiempo oportuno.
Pero no habíamos previsto que podíamos padecer los daños y perjuicios de un virus tan siniestro como el COVID-19, capaz de detener toda la actividad de los habitantes del planeta Tierra, ya tan cansado de girar en su órbita y tan deteriorado por sus propios habitantes. Un virus maligno del que, en pocos días, podemos ser víctimas mortales y del que ya hay muchos afectados. Algunas ciudades, de España y de otros países, han tenido que habilitar edificios para adaptarlos al cuidado y atención de los enfermos de esta pandemia, con objeto de aislarlos del peligro, porque faltan hospitales. También han habilitado morgues, porque es imposible su incineración por la rapidez con que se producen los fallecimientos.
Esta pandemia ha desbordado todos los diques de contención del sistema sanitario, rebasado las predicciones sobre la misma y agotado las reservas. Hay muchos afectados en España por coronavirus y bastantes fallecidos. Todos los enfermos han luchado por superarlo y muchos de ellos lo han conseguido. Desde aquí los felicitamos. Sin embargo, las UCIs están desbordadas y los hospitales, también. Falta material para proteger a los sanitarios. Hay muchos  afectados y bastantes muertos por esta pandemia. Debemos resguardar a los sanitarios porque son ellos los que curan a los enfermos. ¿Qué sería de todos nosotros sin ellos?  Les mandamos un aplauso y los alentamos en su importante quehacer. Rogamos a los políticos que surtan de material protector a este colectivo.
Las residencias de ancianos se están llevando la peor parte. No culpamos a nadie de estos fallos, pero pedimos con insistencia que doten a las personas que trabajan en ellas del mismo material que a los sanitarios. Los gobiernos locales, autonómicos y nacionales deben estar atentos a las necesidades de las residencias de mayores, porque los ancianos son muy valiosos. Con su tesón y su trabajo lograron criar a sus hijos en tiempos muy difíciles, superar una posguerra, vivir muchas estrecheces y levantar el país en el que vivimos ahora.
Hay algunas gentes que critican a los gobernantes y los culpan de lo que nos está sucediendo. No es momento de críticas ni de buscar responsables. Cuando pase esto o, al menos, cuando se pueda controlar, será tiempo de hacerlo. Y habrá que valorar las posturas tomadas por los políticos ante la pandemia y los recortes hechos en sanidad en los años anteriores. Ahora es momento de aunar esfuerzos, de olvidar las siglas políticas, de soslayar las enemistades y las controversias y de ir todos a una, colaborando cada cual en lo que pueda. Es hora de marchar todos en la misma dirección, de intentar vencer esta maligna pandemia en nuestro país y en todo el planeta Tierra y de buscar y encontrar la vacuna que nos libre de ella.
Es también tiempo de escuchar las voces de los gobernantes,  de seguir todas las normas impuestas, de quedarse en casa, de salir a la calle solo cuando sea imprescindible: acudir al centro sanitario por necesidad, ir a comprar víveres, procurando hacerlo a la larga y salir bien protegidos, con mascarilla y guantes y solo cuando la urgencia nos obligue.
Damos las gracias a todos los que velan por nuestra salud y luchan para que  no nos falte de nada en estos días de aislamiento. También agradecemos a todas las personas su encierro responsable y, sobre todo, a la población infantil, a los jóvenes, a los padres y madres de familia y a quienes tienen necesidades especiales y les cuesta más la reclusión. Estos colectivos están dando un ejemplo especial. Tampoco olvidamos el sacrificio de los autónomos y de los obreros, que necesitando un jornal diario, han tenido que dejar su puesto de trabajo.
Continuemos encerrados en casa, hasta que la autoridad competente decrete el cese del estado de alarma. Aplaudamos desde nuestros balcones a los sanitarios y a todos los que nos están ayudando de alguna forma. Escuchemos los conciertos musicales que algunos dan en sus balcones y llevemos la reclusión de la mejor forma posible. Ayudémonos unos a otros y saquémosle el mayor partido a este tiempo: leamos los diarios y los libros, trabajemos en casa, veamos la TV, descansemos  y hagamos aquello que nunca pudimos hacer por falta de tiempo. Seamos coherentes con nuestras limitaciones actuales y hagamos felices a los que nos rodean. Pronto pasará esto y podremos salir a la calle. Mientras tanto: QUEDÉMONOS EN CASA POR EL BIEN DE TODOS. 
ENCARNA GÓMEZ VALENZUELA

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