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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

sábado, 1 de mayo de 2021

EL PRIMERO DE MAYO 2021, DÍA DEL TRABAJO

    


Este es el artículo de mi autoría publicado en el periódico IDEAL SIERRA MÁGINA, para el mes de mayo de 2021. Abajo lo cuelgo en letra grande para que podáis leerlo. 


Este 1º de mayo de 2021 no va a ser igual que los años anteriores, en los cuales hubo manifestaciones multitudinarias en todos los países del mundo para reivindicar el derecho al trabajo que tenemos todas las personas. Desgraciadamente, por causa de la pandemia del COVID-19 todo ha cambiado y las perspectivas laborales, por culpa de misma, se han degradado mucho. La mayoría de las empresas, menos las imprescindibles para la subsistencia humana, han padecido el cierre durante algunos meses y eso les ha causado un gran perjuicio. Cuando han vuelto a abrir, han comprobado que se ha perdido clientela y se han destruido bastantes puestos de trabajo. Otras incluso, acosadas por las deudas, han debido echar el cierre definitivo. En este sentido, será necesario promocionar las empresas locales, fomentar el consumo, propiciar las ventas y el movimiento de los productos. Aunque esto va a costar mucho, tenemos que aunar esfuerzos para que todos los trabajadores/as tengan un puesto. Estas pérdidas han aumentado la pobreza en las clases medias y bajas, que no en las altas; estas son siempre las grandes vencedoras en cualquier tipo de conflicto.

Este año más que nunca se hace necesario celebrar el 1º de Mayo, reivindicando los derechos laborales y la necesidad que todos tenemos de desempeñar un trabajo digno, recibiendo a cambio un salario justo con el que poder sacar la familia a flote. El paro obrero en el cual se encuentra gran parte de la población, hay que combatirlo desde todos los frentes.

 

Vamos a hacer un estudio de esta efeméride a lo largo de la historia:

El Día del trabajador que hoy celebra casi todo el mundo el 1 de mayo tiene su origen en los Estados Unidos del siglo XIX, en una época en la que no respetaban los derechos laborales, considerados casi una utopía. La sociedad vivía únicamente para trabajar y dormir, con jornadas de hasta 18 horas diarias.

El 1 de mayo de 1886, los trabajadores de Chicago, entonces la segunda ciudad más habitada de Estados Unidos, anunciaron una huelga general, reivindicando una jornada laboral equilibrada: «Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa, las actividades culturales, formativas y de ocio».

No era la primera vez que se reclamaba, tampoco sería la última. La jornada laboral de los trabajadores era entonces la que quisieran sus empleadores, aunque con salvedades. En 1829, se aprobó en Nueva York una ley que prohibía trabajar más de 18 horas, salvo caso de necesidad. En uno de los apartados de la norma se establecía que, si existía tal necesidad, un funcionario podía trabajar más de 18 horas si sus superiores pagaban una multa de 25 dólares.

En 1868, el presidente Andrew Johnson promulgó una ley que establecía la jornada laboral de ocho horas; 19 estados comulgaron con él y establecieron normas parecidas, con un máximo de diez horas diarias de trabajo. Sin embargo, eran pocos los lugares en los que se cumplía.

En los últimos años del siglo XIX en Chicago, muchos obreros estaban afiliados a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, aunque la que más guerra daba era la Federación Estadounidense del Trabajo, que acabó convocando la huelga del 1 de mayo de 1886. Un año y medio antes amenazó con ella, durante el cuarto congreso del sindicato y, como no se cumplieron sus peticiones, se llevó a cabo, pese a que habían despertado el interés de algunos, que veían en la jornada laboral de ocho horas una forma de reducir el paro.

No todas las organizaciones estaban de acuerdo. La Noble Orden lanzó un comunicado en el que pedía a sus afiliados acudir al trabajo el primero de mayo, aunque fueron pocos los que hicieron caso. Cerca de 200.000 trabajadores secundaron los paros, siendo Chicago el foco principal de las reivindicaciones. Allí la huelga se extendió durante dos días más, la tensión crecía por momentos y la policía actuó en una manifestación con más de 50.000 personas. Era la segunda jornada de paros; los trabajadores tomaron represalias al tercer día, acudiendo a la única fábrica que se mantenía abierta y enfrentándose a los esquiroles en una pelea campal. Sin previo aviso, la policía procedió a disparar, dejando seis víctimas y decenas de heridos.

Consciente del caos que reinaba en la ciudad, el alcalde permitió la concentración que se había programado para el 4 de mayo en Haymarket Square. No sólo la permitió, sino que acudió a ella para garantizar la seguridad de los trabajadores, aunque no sirvió de mucho. Una vez terminada la reunión, a la que acudieron cerca de 20.000 personas, el inspector de Policía John Bonfield consideró que no debía haber nadie en la plaza y dio orden a 180 agentes de intervenir. De repente, estalló una bomba y mató a un policía, lo que provocó que sus compañeros abrieran fuego contra la multitud. Se desconoce el número de víctimas.

Inmediatamente, se declaró el estado de sitio y el toque de queda en Chicago, produciéndose después muchas detenciones y registros, en los que se encontraron arsenales de armas, municiones y escondites secretos.

Transcurrido un mes y medio, se inició el juicio contra los 31 presuntos responsables de los disturbios; luego el número se redujo a ocho. El juicio se consideró una farsa, ya que no respetó ningún tipo de norma procesal, y condenó a los ocho acusados de ser enemigos de la sociedad y el orden, pese a que no pudo probarse nada en su contra. Cinco fueron enviados a la horca y tres a prisión.                

Con sus luchas reivindicativas, estos trabajadores lograron una jornada laboral justa para todos los obreros, por lo que debemos estarle agradecidos.

 

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