Esta novela es una historia de mujeres valientes, de tres generaciones de
mujeres, a quienes la abuela Mencía intenta diseñarles la vida. A pesar de
todo, estas mujeres aman a la abuela, cuidan de ella, la sobrellevan y la
toleran porque saben que en todas las acciones que ha llevado a cabo para
protegerlas a ellas, siempre ha brillado la cordura y el amor por su prole.
Sus hijas son: Flavia y Lía, y sus nietas: Inés, Bea y Helena. Esta última
desaparecida, pero siempre están recordando dichos y hechos suyos.
La protagonista principal de esta novela es Mencía, una señora muy mayor
de 92 años, que durante el tiempo de la narración cumple los 93. Ella es fuerte
y decidida psíquicamente, una matriarca que ha tratado de intervenir siempre
las vidas de las mujeres que la han rodeado. Aunque ella ha creído hacerlo
bien, y en realidad les ha ayudado mucho a todas ellas, pero se ha equivocado
algunas veces. En una ocasión, hizo mucho daño a un varón al
que una de sus hijas amaba con locura. Y esa hija quedó muy afectada, tanto
que durante un periodo de tiempo no quiso relacionarse con su madre, por eso
y por su forma de actuar es la hija rebelde. Las ocurrencias de Mencía y su
forma de proceder, en ocasiones, provocan la risa.
Es algo extraño, y cuesta creer en esta historia, que la mayoría de los
varones con los que se han relacionado esas mujeres no han estado a la altura
de las circunstancias. Salvo Jorge, que llora a su hijo fallecido y vela sus
noches de dolor, con la misma pena que su esposa, de la que está separado.
Con Jorge la abuela hace una gran amistad durante la época del cuidado en el
hospital de ese niño, su nieto. Otro hecho que causa extrañeza es que Jorge,
acompañado de su pareja, visite a la
abuela y se quede en su casa algunos días, hasta que ella use a la pareja de
este para una finalidad, la cual no podrían realizar ningunas de sus mujeres. Después de esto, no se vuelve a mencionar a
esa pareja. Otros varones que parece que se van a salvar de esa conducta
errónea masculina son los dos que aparecen al final de la narración, aunque
eso está por demostrar.
Hay en esta novela mucho dolor y resentimiento ante la muerte de los
seres queridos cercanos, tanta que todas ellas llevan ese dolor en el
corazón, pero en la mayoría de las ocasiones, no son capaces de hablar del
mismo, por lo que se les encalla dentro y les hace más daño aún que si lo
comentaran con las demás. Seguramente, entre las palabras dichas, sobre estas
muertes, y las lágrimas derramadas hubiera estado la redención de todas
ellas. A pesar de todo, hay también alegría, deseos de vivir, perdón y
arrepentimiento por los errores cometidos.
La novela está ubicada en
la isla de Menorca. En esta historia el mar juega un papel muy importante,
con sus oleajes, sus mareas, con la sal contenida en sus aguas. El mar se ve
a través de la ventana, surcado por los barcos de vela y es plácido,
conciliador, sosegado, con una gama cromática de azules maravillosos. También
es cruel y devorador de inocentes. Hace zozobrar a una de las nietas de
Mencía, por incauta, valiente y confiada, capaz de embarcar sola por ese mar de
Menorca. Cerca de Menorca se encuentra la Isla del Aire, en donde está
ubicado el faro, este, con su luz giratoria y sonámbula ilumina el entorno de
las protagonistas. Tanto el faro, como
la isla y el mar están muy vinculados a la vida de todas esas mujeres. Allí
pueden contactar con sus muertos, porque en esa isla derramaron las cenizas
de los mismos. Cuando viajan a la isla subidas en la Golondrina, el mundo
parece detenerse para que ellas gocen de ese ambiente marino, rodeado de
neblinas, de humedad y de agua salada.
Esta novela es intimista. Trata el tema filosófico de la existencia
humana y el de los sentimientos personales, que cada protagonista, como en el
mundo real, vive y siente de una forma. La isla del Aire y el mar de Menorca
son lugares siempre vividos en intensidades, cuando las protagonistas están
en ese lugar, y muy añorados cuando están lejos.
El estilo literario del autor es grandioso, con una gran profusión de
recursos literarios, como metáforas, símiles y descripciones magníficas,
sobre los personajes, el clima y el entorno. Está escrita en primera persona
por varias narradoras que viven la historia y cuentan su perspectiva de la
misma mientras nos hacen vibrar con sus relatos. Todas las protagonistas son
a su vez narradoras. El lector puede pensar que va a perderse entre las
narradoras, pero no ocurre de ese modo, porque quien habla da pistas de su
autoría en la historia. En esta novela hay mucho diálogo, que, en la boca de
Mencía, se relaja mucho.
Esta novela no tiene capítulos. Está organizada en libros, del primero
hasta el octavo, y los libros estructurados en partes, señaladas con números.
A pesar del sufrimiento por las muertes habidas, y por los errores, la novela
tiene un final feliz y novedoso, que no se espera.
La vida y la muerte, las dos caras de la moneda de la existencia, están
siempre en boca de todas ellas. En definitiva, la novela es el universo
familiar de una saga de mujeres. La abuela es el alma mater de todas ellas. La vida es un juego apasionante y extraño
en la que cada cual juega un papel diferente. Esta novela nos recuerda al
drama de Bernarda Alba, pero con una dosis mucho más positiva que la del
drama de Lorca. El autor nos muestra la mala aceptación de la muerte de los
hijos, como ocurre en la vida. En boca de una narradora: No hay peor
cárcel para una mujer que la muerte de un hijo. Una novela cuya lectura
recomiendo a los lectores de narrativa intimista, sentimental y feminista. Es
la vida de las mujeres, vista por un hombre, que es el autor.
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