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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

lunes, 9 de noviembre de 2020

POEMA DEDICADO AL OTOÑO

 


EL OTOÑO

Llega el otoño,

a los parques de mi pueblo.

Viene con sus jirones de niebla,

-con sus tardes amarillas, soleadas,

esponjosas, ambarinas, macilentas-

con su abanico de ausencias.

 

Llega con sus misterios de calma,

de pesadillas, de fobias, de tempestad,

de incógnitas, de ventoleras

de pena en el lagrimal

y agonía en la garganta.

Con sus tonos encarnados

enajena mis pupilas y mis sueños

y da vigor a la nostalgia.

 

Este otoño

se adueña de nuestras almas

con sus colores cobrizos,

caquis, tostados, rojizos y amarillentos,

llenos de melancolía y repletos de añoranza.

Nos trae un mosaico de tonalidades ocres,

en sus sedientas mañanas,

en sus prolongadas noches

en sus visos escarlata.

 

Iluminado por la tibieza sutil

de un sol, pálido y escurridizo,

va transcurriendo despacio

por las vides de septiembre,

por los lagares de octubre,

por los mostos de noviembre,

por los vinos de diciembre.

 

El otoño

se arremolina en mi pecho,

busca cobijo en mi alma,

se interna en mi corazón

se detiene en mis entrañas

para arañarme las vísceras

y desgarrarme la médula.  

Este otoño, desarraigado y versátil,

se derrumba en mi memoria

con aires de la pandemia.

 

En CasaRosada a 8 de noviembre de 2020

 

 






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