En Venecia,
reafirmamos nuestro amor,
con el brillo que emitían las estrellas de la noche,
con los guiños de la luna, en lo alto de su cielo,
con las palomas blancas, como la misma nieve
que acudían a comer de nuestras manos.
Con sus hermosos canales
En Venecia,
sucumbimos a sus hermosos palacios,
a su sobria arquitectura de un gótico primoroso,
a sus calles como ríos, como arroyos caudalosos,
a sus casas centenarias y a su espléndida cultura.
Y en la iglesia de San Marcos, principal
templo católico de la ciudad de Venecia,
obra maestra de diseño bizantino,
del Véneto italiano, rezamos con devoción
por el amor y la vida.
En Venecia,
al arrullo del amor, subidos en una góndola,
escuchamos el latido entrañable y musical
de los acordes del aire y de los luceros.
Y nuestras almas lloraron la pena de tenernos que
marchar,
para seguir el sendero que nos trazaba el destino.
Y en un hotel de El Lido, bebimos la noche amable,
de la mano del amor, de la pasión y de bellos sueños.
En Venecia,
te entregué mi corazón y mi alma.
Y sellamos nuestro amor con una lluvia de abrazos
de cariño, de agua y cielo, bajo la luz de la luna.
Y la plaza de San Marcos,
siempre tan llena de gentes, nos cautivó,
con las cíngaras, esperando unas monedas,
o aguardando para sustraer los bolsos.
En Venecia,
Soñamos un amor interminable,
latimos con un amor “in crescendo” y
cruzamos el Puente de los Suspiros,
suspirando en cada beso.
En CasaRosada, a 14 de febrero de 2022
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