Este es el artículo de mi autoría publicado en el periódico IDEAL SIERRA MÁGINA, para el mes de febrero de 2022. Abajo lo cuelgo en letra grande para que podáis leerlo.
UNA PANDEMIA DIFÍCIL DE ERRADICAR
Hace ya cerca de dos años que estamos viviendo con la terrible pandemia del coronavirus. Si nos hubieran contado esta historia antes de suceder, nadie se la habría creído. No obstante, aquí la tenemos para seguir torturándonos. Ha tenido la osadía de extenderse por el mundo entero, de contagiar a muchísima gente y de llevarse a la sepultura a millones de personas. ¿Tendremos que vivir siempre con esta plaga tan perniciosa?
Todos los virus cambian con el paso
del tiempo, mutan, se adaptan a las barreras que se les ponen para que no se
propaguen y a las vacunas que los combaten, para seguir infectando a la gente.
Ahora nos preguntamos: ¿Son los virus entes con inteligencia propia, o todo es
fruto del instinto de reproducción y de persistencia en el mundo? ¿Será la
naturaleza la que los dota de esa fuerza expansiva y les proporciona las
herramientas necesarias para reproducirse y seguir contagiando a la población
mundial?
Según la
OMS, los cambios que se producen en los virus tienen poco efecto sobre las
propiedades de los mismos. Pero algunos de esos cambios son: la facilidad de
transmisión, la mayor gravedad de esa enfermedad, si se asocia a otras patologías,
y la eficacia que sobre esos cambios puedan tener las vacunas, etc.
En
nuestro país, con la gran proporción de personas vacunadas, con tres dosis, que
había a finales del otoño, creíamos que la pandemia estaba acabando, que
podíamos salir sin mascarilla y tener encuentros y reuniones sin ningún peligro
y ahora nos llega otra variante: la cepa Ómicron, que según dicen viene de
África, y vuelve a contagiarse mucha gente a una velocidad sorprendente. Aunque
parece que los síntomas de esta cepa no son tan graves como los de las
anteriores, hay algunas personas, a las que está causando grandes perjuicios. A
pesar de tener las tres vacunas puestas, están en las UCIS con suma gravedad.
Las reuniones de Navidad, en las que
se recomendó no juntarse más de dos líneas familiares, para comer, y en las que
no se han cumplido las normas aconsejadas en varios ámbitos, han dado auge a
este virus para que siga campando a sus anchas y perjudicando a mucha gente. Hay
también personas que padecen el coronavirus persistente y sufren muchos
síntomas, sin saber si algún día van a verse libres de los mismos.
Aparte de esto, hay algunas gentes
negacionistas que no han querido vacunarse, por miedo a los efectos secundarios
de las vacunas o por estar en desacuerdo con las mismas. Sin embargo, nadie ha fallecido por vacunarse y sí, por no
hacerlo. Hay que decir que esas personas deberían ser solidarias con todos
nosotros. Vacunándose obtendrían beneficios para sí mismas y para los demás.
También tenemos que decir que los gobiernos
autonómicos, en vez de aconsejar las normas para combatir el COVID, deberían
haber tomado medidas más drásticas, para impedir la propagación del virus,
porque los consejos, mucha gente los desoye, y se expone a contagiarse y a
perjudicar a los demás, sin ningún miramiento hacia sus semejantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario