Esta tarde,
me duele el alma de ausencias, me duele
por tantísimo control, por tantas trabas,
por la crueldad de los vientos.
Quiero volar por esos mundos de Dios,
pero me cortan las alas.
Quiero asomarme al balcón, a ver la vida pasar,
y me cierran los postigos.
Quiero fundirme en el aire dulce
de una mañana florida y soleada,
en las olas de la luna, en los vergeles del sol,
pero me atrapan en lejanía
y en visos de tempestad.
Mas no deseo conformarme ni aceptar este dolor.
Quiero acariciar las flores y retozar en la hierba,
escalar las altas cumbres de las montañas
del tiempo de mis deseos y mis ansias,
cruzar los mares a lomos de un caballo volador,
respirar en la pradera de las caricias del alma,
en el campo de los besos amorosos,
en los valles del abrazo profundo y deseado,
y sentir los latidos de la vida a través
de ese maravilloso contacto.
Quiero vivir los versos del encuentro con la vida,
reflejarme en esos ojos profundos
que me miran con amor y con pasión.
Nada me está permitido, solamente
el estoicismo, la soledad
y la violencia contra mí.
¿Cuándo llegará la hora del amor y la alegría,
de poder abrir las puertas que me separan del sol?
En CasaRosada, 27 de septiembre de 2021
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