Como
si fuera un mosaico,
de
misteriosos olivos,
composición
regular,
detenida
en el silencio,
los
olivares emergen
del
interior de la tierra
como
un manantial soberbio
para
darnos el regalo
de
sus perlas,
de
sus negras aceitunas.
Una
estructura perfecta
de
colores y de sueños,
de
luces y de abanicos
de
poemas y de versos.
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