No todo en la vida es hermoso, también tenemos momentos tristes. Hoy hace un año que te fuiste, querida madre, dejando un hueco en nuestro corazón. Hoy te recuerdo con cariño, te mando un beso al cielo, rezo por tu descanso una sentida plegaria y te dedico un poema. ¡Ojalá estés ya gozando de la presencia de Dios!
TE FUISTE (A mi madre, en
el recuerdo)
Te fuiste tan de repente,
tan sin decirlo, tan sin saberlo.
Te fuiste como una flor en primavera,
marchita y zarandeada por la tormenta
que se gestaba en el fondo de tu ser.
Te fuiste como la pena de marzo,
despacio y sola como la lluvia de abril,
suave y esponjosa como la brisa de mayo,
acariciando el aire como las tardes de
junio.
Te fuiste con un viso de rubí en tus
mejillas,
con una nube en tus ojos, con una pena en tus
labios,
con un poema en tu corazón.
Te fuiste tan desolada, tan sin hablar,
que tus silencios restallaron en mi alma
y la pena de mi llanto centelleó en tu interior.
Te extinguiste en el aire como un suspiro.
Te apagaste como una luz en la noche de mi
dolor.
Te fuiste sin una queja, sin un reproche,
sin despedir.
Cruzaste los vientos sin saber por dónde
ibas,
ni a dónde te dirigías ni con quién querías
estar.
Te fuiste cuando la Fuente llenó de agua
la Charca,
de sueños y de esperanzas, las laderas de
mi amor.
Te fuiste cuando la brisa bordaba haces de
luz
en las pupilas del día, rosas de seda en
los jardines del sol.
Te fuiste a un lugar sin retorno.
Tu mirada se quedó prendida en el cristal
del adiós.
Te fuiste en una fecha sin brillo en el
calendario,
sin colores de arco iris, sin olores de
jazmín.
Te fuiste fustigada por el peso de los
años.
Desde tu lecho de muerte, la pandemia no
pudo herirte.
No pudo clavar en tu pecho el aguijón de ponzoña,
que ha clavado en tantas gentes.
A ti fue la vejez y el deterioro,
la ausencia de juventud quienes te
condujeron
por el camino del Camposanto.
Ya has dejado de sentir el desconsuelo y
la pena
el dolor y el sufrimiento que padecemos
aquí.
Por ti, querida madre, no doblaron las
campanas.
Ni gimieron los vientos aquejados por el
llanto.
Pocas personas, por este tiempo cerril
que nos trajo el calendario, pudieron
conocer tu muerte.
¿Por qué te fuiste, querida madre, cuando
la primavera
extendía su manto de flores multicolor en
la Tierra,
cuando abril acariciaba el olor de las
celindas,
cuando sonaba en el aire el canto del
ruiseñor?
¿Por qué te fuiste cuando la hiedra
trepaba
los aposentos de mi dolor?
Sin embargo, ahora, la luz de la fe nos
dice
que ya no tiene sentido llorar por ti,
porque te encuentras en los jardines del
cielo,
gozando de la presencia de Dios.
En CasaRosada, abril de 2020
ENCARNA GÓMEZ VALENZUELA
http://trabajosdeencarna.blogspot.com
D. E. P.
ResponderEliminarAsí sea. D. E. P. nuestro padres.
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