En nuestras huertas hace
ya varias semanas que tenemos habas verdes, exquisitas y saludables para comer crudas
en aceite y vinagre, si son tiernas. Si están un poco más curadas, hay que
consumirlas fritas o en otros guisos. Las habas tienen
pocas calorías y muchos nutrientes, y si bien requieren el trabajo de pelarlas,
la recompensa final merece la pena el esfuerzo hecho.
El haba es una planta herbácea de la familia de las fabáceas o leguminosas
cuyas semillas crecen en el interior de una vaina. Comparte por tanto familia
con las legumbres, pero, en su versión fresca o tierna, se considera más
una verdura, a efectos nutricionales y también prácticos. Es un caso similar al
guisante fresco.
Las legumbres, siguiendo la definición de la FAO, son cultivos leguminosos con semillas
comestibles secas, con un aporte calórico mayor y que suelen requerir remojo previo
o cocciones más largas; además tienen una vida útil mayor ya que se pueden
almacenar durante meses sin estropearse.
No es el caso
del haba cuando se recolecta verde y se consume en su versión más fresca, tan
tierna que permite disfrutarla en crudo sin poner a prueba la dentadura. Fuera
de temporada sí se pueden adquirir habas
secas, en cuyo caso ya entran a formar parte del grupo
de legumbres, más apropiadas para guisos y cocciones largas.
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