Hoy ha
llegado la lluvia para curar mis heridas
y para
borrar las huellas de tus manos en mi piel.
Ahora,
curada y limpia, preñada de libertad,
podré
recorrer los mares en los veleros del sol.
Y tañerán
las campanas de la aurora,
como
antorchas encendidas en mi pecho,
festejando
el caudal de mariposas
que
desbordan el río de la ilusión de mi alma.
Y esas gotas
azules de la sosegada lluvia
que nos
regalan los cielos, de manera dadivosa,
regarán los olivares,
los jardines y las tierras
que
alimentan los corazones del hambre.
Gracias, Señor,
por la lluvia, por las nubes,
por el
tiempo de nuestros amores,
por el verbo
y las palabras que salieron de tu boca,
por los incontables
dones que a diario nos deparas,
por la
familia: los hijos, los nietos, los padres y los amigos.
Por la ilusión
de vivir al margen de las pandemias y
por todas
las palomas mensajeras
que sobrevuelan
los cielos, al compás,
de los crespones del viento.
En CasaRosada,
Pegalajar 27-4-2021
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