En el interior añil del agua,
el hallazgo de sus perlas,
la dulzura de sus jardines,
la blancura de sus amaneceres,
la tibia calidez de sus crepúsculos.
Y en sus diáfanos misterios,
la frescura de sus gotas nacaradas,
vibrando en la intensidad
de un universo repleto
de caracolas y rosas.
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