Esta tarde,
me duele el alma de ausencias, me duele
por tantísimo control, por tantas trabas,
por la crueldad de los vientos.
Quiero volar por esos mundos de Dios,
pero me cortan las alas.
Quiero asomarme al balcón, a ver la vida pasar,
y me cierran los postigos.
Quiero fundirme en el aire dulce de una mañana
florida,
en las olas de la luna, en los vergeles del sol,
pero me atrapan en lejanía y en visos de tempestad.
Mas no deseo recrearme ni aceptar este dolor.
Quiero acariciar las flores y retozar en la hierba,
escalar las altas cumbres de las montañas del tiempo,
cruzar los mares a lomos de un caballo volador,
respirar en la pradera de los besos,
en los valles del abrazo profundo y deseado,
y sentir los latidos de la vida a través de ese
contacto.
Vivir los versos del encuentro con el amor y la vida,
reflejarme en esos ojos profundos que me miran con
pasión.
Nada me está permitido, solamente el estoicismo.
¿Cuándo llegará la hora del amor y la alegría,
de poder abrir las puertas que me separan del sol?
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