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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

lunes, 1 de noviembre de 2021

BALADA DE OTOÑO

 


             Llueve sobre los tejados de la noche,

sobre el asfalto de los pesares llueve.

La lluvia es como un suspiro que brota

del corazón errante y se estanca en la garganta.

               La lluvia es una canción silente

 que se derrama en los valles de tu piel.

Las lágrimas del cristal, atrapadas en el vacío del tiempo,

                                   recorren las veredas de mi pecho.


-Letargo de abanicos que lloran-

Otro lenguaje imposible que busca el rastro

de lo fugaz en el cáliz de la tarde.

Una balada de otoño que plácida y silenciosa 

se arremoline en las praderas del alma.

Estertor de lo incierto en el crepúsculo.

Melodía de los pianos del aire. Arpa herida entre sollozos.

La rosa del amor me ha clavado sus espinas.

 

      Es el ocaso que llama en la aldaba de mi puerta

con su plomiza luz en lo oscuro, donde todo es herrumbre

y silencio, palomas heridas de amor y olvidadas del destino

ruin de los espejos del mar, de los arpegios del viento.

 

      Una balada en otoño que convoque a las estrellas

y a los pájaros heridos que dormitan en tus manos,

para que dibujen senderos de fingida luz en tus pupilas.

 









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