Aura es una novela corta emocionante, narrada en segunda persona. Es como si en receptor de la obra, el narratario, el propio lector, fuera el protagonista. En la misma suceden hechos extraños y en la que los personajes se ven enredados en una tela de araña, que al principio se muestra tan sutil, vaga y vaporosa que llena a los protagonistas de voluptuosidad y deseos íntimos de posesión y de pertenencia.
Los tres protagonistas de esta novela son: un joven historiador, ordenado, escrupuloso, capaz de desempeñar labores de secretariado y conocedor de la lengua francesa; una muchacha fantasmal, silenciosa y escurridiza, con unos preciosos ojos verdes de mar y espuma, como una ola, y una anciana centenaria, arrugada como una pasa, caprichosa, enigmática, egoísta y manipuladora. Los tres viven en una mansión oscura, húmeda y tenebrosa, alumbrada con velas, donde todo es confusión y misterio, soledad y orden caótico. Aura es una novela muy corta, macabra, emocionante y perfecta, penetrada por un erotismo fantástico y fúnebre que desemboca imperceptiblemente en el horror y en el espanto. Tiene un final sorpresivo, que vas vislumbrando poco a poco, pero sin llegar nunca a desenmascararlo del todo.
Su autor, el mexicano Carlos
Fuentes, (1928) es una figura destacada del gran movimiento renovador de la
literatura en castellano que tuvo su auge en Hispanoamérica, en las décadas de
1950 y 1960. Ha recibido, entre otros, el Premio Nacional de Literatura de
México en 1984, y el Premio Miguel de Cervantes de Literatura en 1987.
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Uno de los
escritos más trepidantes de Carlos Fuentes vuelve a ser publicado, tras dos
décadas inédito en España. Desde las primeras líneas, el lector es absorbido
por la narración en segunda persona: juego de espejos que lo mimetiza con el
personaje de esta historia vertiginosa, y lo sumerge en una atmósfera
inquietante y misteriosa, un Aura poblada por sombras ambiguas y silencios
enmohecidos. Recorrerá los cautivadores ambientes de una vieja casona, de un
fantástico jardín, con pasos ahogados, que dibujarán la silueta aviesa de un
laberinto elevado por encima de toda linealidad temporal. Este tiempo bífido es
una de las formas en que se expresa la constante dualidad que late en la
nouvelle. La figura del doble irrumpe desde cada uno de los simbolismos que
conforman los ejes de este particular espacio vital y se extiende hacia el
lector, convocándolo al lugar de actor en este singular escenario. Tal y como
puntualiza la poeta y ensayista María Negroni en el epílogo de esta edición,
«Aura quiere decir «luz», «halo», pero también «ave rapaz»». En efecto, un filo
binar recorre la obra: en cada hoja acerada lo ominoso y lo familiar se
alternan en un trenzado que, paulatinamente, desdibuja sus fronteras. En el
esplendor se insinúa lo luctuoso; en el centro de la lozanía reverbera la
purulencia de la decrepitud.
OPINIÓN
Una casa
antigua siempre en noche forzada, con un jardín perfumado y oscuro, una anciana
y una joven de belleza cegadora, un hombre y una tarea para él simple,
completar las memorias del difunto marido de la anciana.
Una nouvellete que
su autor escribió del tirón en 1962, influido por el film Cuentos de la
Luna pálida, de Kenji Mizoguchi, y el relato Décoré, de
Guy de Maupassant.
Estamos ante
una historia de escenas perturbadas, plenas de deseo e imágenes retorcidas,
como en una pesadilla ebria, su protagonista se pasea bajo el influjo de unos
ojos verdes y una historia que desea creer hasta descubrir la verdad. Una nueva
casa encantada en la que el tiempo y los dobles tienen una gran importancia. Las
ilustraciones de Alejandra Acosta te acompañan, susurran e insinúan, seduciendo
al lector hasta el punto de dejarte vencer también por la mirada de Aura.
Recomendada a los que disfruten de los relatos de terror gótico y a quienes
deseen conocer un cuento oscuro que devorarás de un tirón.
Isabel del Río
Septiembre 2020
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