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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

domingo, 24 de enero de 2021

MI MEJOR MAESTRA

 

Mi maestra doña Paquita fue mi mejor profesora. Ella era para mí ilusión, seguridad, apoyo físico y consuelo para mis limitaciones infantiles. Fue un espejo de cristal donde yo podría mirarme, un camino que yo podría seguir, una luz que iluminó mi vida en una época en la que yo era una pobre niña de la tardía posguerra con muchísimas carencias en todos los sentidos y sin demasiados alicientes para vivir ilusionada.

Ella abrió las puertas de mi alma, me mostró la luz del conocimiento, los deseos y la inquietud por superarme día tras día y me ayudó a crecer como persona, a engrandecerme como ser humano y a saber mirar el mundo y a las personas con mis infantiles ojos. Mis escasos seis años se abrieron en flor con su aliento, con sus cuidados y atenciones a mi propia educación, con su luminosa mirada, con su dulce voz, con la luz que irradiaban sus pupilas.


Ella sembró en mí la semilla del deseo de saber, de conocer, de impregnarme de la información que me brindaban los libros, que me ofrecía la vida. Me animaba a estudiar y premiaba y aplaudía mis pequeños éxitos y mis esfuerzos cotidianos. Ella me daba alicientes para vivir y me enseñó a desplegar las alas para echarme a volar por esos mundos de Dios, llenos de preciosos libros, de información, de interesantes saberes, de un sol de intensidades y de un cielo azul de calma en el que se podía volar. Ella me mostró un mundo de exuberante naturaleza y de gratos aprendizajes que yo podría asimilar si seguía sus sabios consejos, si conducía mis pasos por los surcos de sus huellas. Ella ganó mi corazón para su causa y brotaron flores de plenitud en los valles de mi alma.

    




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