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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

martes, 26 de octubre de 2021

ANHELOS DEL OTOÑO

 

 
Hace tiempo que esperamos la lluvia                                 

en los campos del amor y del olvido

en los olivos del verso dormido,

pero ella no se decide a venir.

Hace tiempo que la aguardamos,

con el alma herida por la sequía

y el corazón roto por el llanto.

La lluvia es un poema agradable,

que no quiere visitarnos.

 

Te esperamos, lluvia, con gran anhelo.  

Deseamos que esas nubes esponjosas

que decoran nuestros cielos,

derramen sus dulces lágrimas

sobre los sedientos campos del dolor,

sobre los oscuros tejados de la noche errante,

sobre la faz de esta tierra,

herida por la furia de los terribles volcanes

que lo devastan todo con su pegajoso magma.

 

Tiemblan los olivos por la ausencia

de los vibrantes espejos de la lluvia.

Lloran los ojos de la tristeza y entonan

tristes melodías de llanto y de sufrimiento,

canciones de angustiosa soledad,

al viento cruel de la tarde,

que se enreda en nuestro pecho,

detenido en el silencio,

en ese suspiro turbio que no da

tregua al dolor ni a la desesperación,

en el cielo azul de sus amarguras.  

 

Sopor en los surcos de la pena.

Alarido de las raíces del tiempo

cruel de nuestras desazones.

Las copas de los olivos se agitan

en un río seco de melancolía,

en un arroyo ausente de besos húmedos,

mojados, por la dulce saliva de la lluvia,

de abrazos cálidos, siempre añorados,

y nunca recibidos de los brazos del amor.

 

 En CasaRosada, a 26 de octubre de 2021

 

 










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