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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

miércoles, 20 de octubre de 2021

UN POEMA DE MELANCOLÍA, UN VERSO BLANCO


 La mañana de mi dolor será un verso blanco,

o un pájaro negro en la noche oscura,

un poema de melancolía que desdibujará las lágrimas

que recorren los cauces de mis mejillas.

 Todo es soledad y desamparo, a mi alrededor

tupida terminal de todos mis sueños,

labios encendidos de tinieblas que, audazmente,

desaguan los cielos de la inocencia.

 

También yo me marcharé algún día en ese

tren de negra noche y negaré los luceros del alba

en la senda que adormece el tafetán de mis anhelos.

 Como sierpes, los viajeros llorarán su desventura,

en esas sombrías telarañas que nos acerca la soledad.

 

Es inútil mentir la noche del lagrimal en la vía de ese

tren que jamás nos traerá a la sangre del corazón los abrazos 

y los besos que nunca pudimos dar a quienes amamos tanto.

Las caricias que, como rosas marchitas, se afligieron

en el lejano jardín de nuestros mezquinos dedos.

 

Es noche cerrada, sin luz de luna ni estrellas.

Recluidos en la oscuridad de esta desolada alcoba,

nuestros sueños se disipan, lentamente,

sin encontrar el amor, ni la dicha en nuestra espera

como una luz encendida en las tinieblas.  

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