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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

viernes, 10 de marzo de 2023

RECORDANDO EL DÍA DE LA MUJER. LLORANDO LUNAS

 


Estaba la mujer llorando lunas,

sentada en el diván de los silencios,

marcada por la huella del quebranto.

El alma secuestrada hacia la noche.

Las manos, encalladas en la esfera

de su vientre, curvadas al dolor

de todos los naufragios de su pecho.

Las luces de sus ojos, apagadas.

La línea de sus labios, encendida,

bañada en desalientos y en tristezas.

La llama de su cuerpo, tiritando,

igual que una libélula en invierno,

igual que una gacela moribunda.

 

Y el hombre, con su voz lanzada al viento.

Sus brazos, como espadas, agitando

aires de tiranía, la marea

que gesta un temporal en la alameda.

Sus manos, como garfios, devastando

las flores de esta tierra, los trigales

que crecen a la orilla de los besos,

que fueron a morir en el olvido.

Los nichos, aguardando los espasmos

del horror, mausoleos entreabiertos

a la ironía del destino cóncavo

de aquellas margaritas cuyos pétalos

 

el viento devastó en la polvareda

de todos los amores imposibles.

 

Brilla el sol en el sol, la ventolera

que abanica la sed de los caminos.

La boca del terror, bisbiseando.

Tiernos versos de amor en nuestra alforja.

Tristes muecas de sombra en nuestros labios.

 

Estaba la mujer llorando lunas.

Su alma, entumecida por el llanto.

Sus lágrimas, un río de agua clara

que van a desaguar en la bahía

de todas las palomas maltratadas.

POEMA PREMIADO EN MIJAS


 


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