El amanecer glorioso
recortó por la mañana
las montañas
de nuestra tierra en el
cielo anaranjado,
en esa línea escarlata
que separa el cielo de
la Tierra.
dibujó amores
imposibles,
ilusiones rotas,
mancilladas,
y sueños desgastados
en lo absurdo de un
propósito
cerril de prolongarse
en el tiempo,
de la felicidad
perpetua,
de los sueños azules,
del cariño sincero,
que jamás amamanta en
su regazo
el desaliento cruel ni
la cobardía
de los espejos rotos.
Vimos cómo se recortaban
victoriosos los
picachos de la Atalaya,
el contorno sinuoso de
Almadén,
sobre ese cielo anaranjado
que nunca
da tregua ni paz a los
amores
que jamás llegaron a
fraguar
en el pabellón celeste.
Algunos amores fueron
tan fugaces
que nunca pudieron
encontrarse
en los bellos parques
del universo,
porque no tuvieron la
generosidad
ni poseyeron la osadía
ni el valor
de entregarse, sin
reservas,
en una noche estrellada,
en las manos de la pasión,
en las ansias del
deseo.
en CasaRosada, a 29 de diciembre de 2021
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