En la esencia
de las aguas de la Charca,
la ternura del abrazo cristalino
entre sus hilos de plata.
Ineludible aureola blanca
cuando se mira la luna
en el tranquilo sosiego del agua.
Y en su espejo luminoso,
la brillantez de sus cristales
la inesperada frescura azul
de sus silenciosas perlas
escondidas en su valva,
la joya de su esplendidez,
reflejando su fulgor.
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