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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

jueves, 27 de enero de 2022

LA BLANCURA DE LA NIEVE

 


Qué paz produce la nieve,

en el fondo de mi pecho.

Todo blanco, inmaculado,

como la piel de un armiño,

como el traje almidonado de una novia.

Como el velo que la cubre de pureza.

Como el alma de una joven,

que aún no conoce varón.

 

Qué dulzura en los paisajes de la nieve.

Qué esperanza de flores en el olivo,

de aceitunas verdinegras y moradas.

Qué alegría la del campesino errante.

Qué sosiego en los pinos de la Serrezuela,

en los valles de mi alma y de mi cuerpo,

en los cerros y en los montes de mi tierra.

Los campos entonan cánticos de gratitud,

melenchones de ternura y canciones de templanza.

Qué quietud hay en la nieve que cae,

desde los cielos, a los parajes del mundo.

 

La nieve es como el aliento del alba,

como un puñado de versos blancos,

de azucenas, de lirios o de jazmines.

Es como el palpito de una gacela herida,

moribunda, que te mira enajenada en su dolor.

Igual que la inocencia de un niño.

Como una paloma errante,

que atraviesa los cielos del corazón

y se refugia en los hermosos nidos

del alma y de la esperanza.

 

En CasaRosada a 27 de enero de 2022



















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