Geometría irregular
a través de mi ventana.
Infinidad de líneas quebradas
dan aliento a la esperanza de mi pueblo,
asentado en la falda de la Serrezuela,
con sus pinos y las huellas
de la vida en su ladera.
Casas que duermen la siesta
de una cálida tarde veraniega.
La calima de ese sol de plenitudes
me impide ver con nitidez.
Me consuela asomarme a la ventana
y ver la fisonomía de mi pueblo
en esa tarde mágica de estío,
danzando al compás de los anhelos
y al ritmo del corazón.
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