Líneas quebradas de olivos
en las colinas de Bercho.
Verde intenso, en sus ramajes,
morado, en su incipiente aceituna.
Tierras fértiles, cuando las besa
el sol y la lluvia, la luna y los temporales.
Manos campesinas en su labranza.
Muchos sudores y esfuerzos.
Terrenos arrancados a los montes,
tiempo atrás, por nuestros ancestros.
Montañas que recortan su bravura,
en un cielo azul tan limpio
como los ojos del alba.
Vegetación salvaje de pinos, encinas
y matorrales, en la cima de la sierra.
Línea del horizonte, que une el cielo
con la tierra en abrazo pasional.
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