Este es el artículo de mi autoría publicado en el periódico IDEAL SIERRA MÁGINA, para el mes de agosto de 2021. Abajo lo cuelgo en letra grande para que podáis leerlo.
Los
valores son una serie de criterios que nos ayudan a actuar con rectitud y a
comprender e interpretar la vida y las actuaciones propias y ajenas. Son los
que intentan que el mundo se rija por la justicia. Los padres y los educadores
deben fomentar los valores a través de los juegos y del relato de cuentos e
historias, que, de forma lúdica, vayan calando en la población infantil y acabe
asimilándolos.
Los valores
se transmiten desde una actitud positiva hacia los demás, hacia el mundo y
hacia toda la problemática que generan las relaciones sociales.
Educar en valores por parte de
los padres no se logra con largas conversaciones sino con una actitud responsable y sensata antes
las cosas de la vida, con la conducta que les hayamos enseñado y con el ambiente que seamos capaces de
crear en casa. Hay varias posturas que ayudarán a los padres a conseguir este
objetivo.
Estos deben actuar
de forma coherente. De nada vale explicarles a los niños que hay que respetar
la naturaleza si nosotros no lo hacemos, si no cuidamos las plantas, si
derrochamos el agua delante de ellos o no seleccionamos las basuras en casa etc.
La forma más eficaz de educar en valores es el ejemplo.
Contarles
o leerles cuentos que edifiquen esos valores, evitando las lecturas violentas,
sexistas o discriminatorias en cualquier sentido. Las narraciones predisponen a
la población infantil a crear un mundo interior rico en experiencias a través
de los personajes y de otras circunstancias distintas a las suyas y le abre la
mente al mundo.
Poner
límites y normas con mentalidad democrática para que ningún miembro de la
familia se exceda o no llegue a realizar sus tareas. La convivencia en el hogar
supone implantar valores humanos como igualdad, justicia, tolerancia,
solidaridad, libertad y respeto hacia los demás.
Edificar
la educación de la prole en el refuerzo positivo y en la motivación, jamás en
el castigo y en las riñas. De este modo, si cuentan con el apoyo y el refuerzo
de los padres, los niños y niñas intentarán superarse día tras día.
Fomentar
en los hogares el diálogo respetuoso con cada opinión. Premiar la negociación
sobre la imposición y cumplir los acuerdos. Evitar los gritos, las afrentas,
las humillaciones, los sobornos y la violencia. Si hay que poner algún castigo
que se haya acordado de antemano, que sea justo y acorde con la falta cometida.
Instaurar
en las viviendas las actividades que cada cual ha de asumir y las obligaciones
que cada uno tiene, así como las libertades de las que pueden disfrutar y que
estas vayan evolucionando de acuerdo con la edad y el sentido de la
responsabilidad de la prole.
No expresar ni imponer ideas u opiniones
basadas en estereotipos, prejuicios sexistas, racistas, religiosos o
ideológicos que impliquen cualquier tipo de discriminación.
Compartir
los quehaceres en el hogar sin hacer distinciones de sexo, como poner o quitar
la mesa, colaborar en las tareas del hogar, hacer sus camas y ordenar sus
habitaciones. Estas faenas deben hacerlas todos por igual.
Orientar
la diversión y el juego en el hogar, evitando los juegos y juguetes sexistas.
Los niños y las niñas pueden tener acceso a todo tipo de juguetes, siempre que
estos no fomenten la violencia o propicien la pelea, la disputa y el combate,
como pistolas, metralletas, tanques, revólveres, puñales, espadas, etc.
Educar
a los hijos en el respeto a la naturaleza, enseñarles a cuidar las plantas,
regarlas y quitarles las hojas secas son actividades sencillas que los pequeños
pueden hacer. Inculcarles el respeto por
los objetos que usamos: juguetes, ropas, mobiliario, vivienda, etc. para que
eviten el deterioro de los utensilios y aprendan a reciclar. Enseñarles a
entender que no necesitan tenerlo todo para ser felices ni derrochar nada, pero
sí cuidar de lo que poseen.
A
pesar de que cada individuo tiene su propia escala de valores, hay algunos que se
consideran universales y que todos deberíamos incluirlos en nuestra escala. Con
su práctica encontraremos la felicidad y el sosiego y la paz de nuestro
espíritu.
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