Tonos rojizos, terrosos
para plasmar en un lienzo
una torre, tan jubilosa y gallarda,
como un faro en alta mar.
Y un templo macizo y sobrio
de forma cuadrangular.
Blancos y azules mezclados
en las casas y rincones de mi pueblo.
Verde intenso en esos pinos,
con varias tonalidades.
Y un cielo azul tan vibrante,
como las olas del mar,
donde, alegre se recorta,
al filo de las divinas tijeras,
el contorno de una sierra.
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